Trébede

viernes, noviembre 24, 2006

LA VENTANA INDISCRETA


Ha llegado el día en el que las gotas de lluvia tiñen de gris todo lo que alcanzo a ver desde aquí. La verdad es que no es demasiado, solo un par de edificios alrededor y una carretera llena de coches y camiones que nunca dejan de pasar.

Desde aquí veo a la gente sentada en el bar de al lado; siempre o casi siempre son las mismas caras, los mismo movimientos que se repiten día tras día. El camarero se mueve en la barra, de un lado a otro, está ordenando las copas y las tazas que ya reposan tranquilas después de la hora del café.

En una de las mesas un hombre mayor, casi anciano, hojea el periódico, El Norte de Castilla, mientras su mano agita la cuchara con ritmo suave y lento, casi tanto como sus horas dentro del bar. Tiene el pelo blanco y no se ha quitado su abrigo de lana verde. La mirada se pierde en la oscuridad del café y en los renglones vacíos de un artículo que estoy segura no leerá.

En otra mesa, un grupo de hombres juega una partida de cartas, los conozco a todos. Son cuatro, dos de ellos jubilados y dos chicos jóvenes que trabajan a turnos y matan las tardes jugando "la partida" hasta que llega la noche. Están tan concentrados que nada ni nadie puede hacer que levanten la vista del tapete; creo que no verían ni a una miss que pasara a su lado.

En la barra, sentado en uno de los taburetes, hay un hombre de medianan edad, hojea también el periódico y lo posa sobre sus rodillas de un modo extraño. A su lado una copa, creo que de coñac por el color y la hora que es. Solo el ruido de la televisión que da las noticias sin que nadie preste atención rompe el silencio y la concentración de los asiduos a esa barra de bar.

Sigue lloviendo y el tiempo parece detenerse al otra lado de la calle, los cristales empiezan a empañarse por el frío y yo sigo observando...

martes, noviembre 21, 2006

CAER EN LA CUENTA

Acabo de darme cuenta de que llevo en mi mano izquierda, en mi dedo meñique un anillo que yo misma me hice y me regalé esta mañana. Es un anillo que esté hecho de goma, da varias vueltas enroscado en la parte final del dedo y se adapta sin más, es simple, sencillo, tan cómodo que lleva todo el día aquí colocado y no me he dado ni cuenta. Algunas veces, eso mismo pasa con las personas, llevan tando tiempo en tu vida, a tu alrededor, enroscadas a tí, que no lo notas.
No nos damos cuenta de lo que suponen aquellos que siempre están ahí, que forman parte de nuestro día cotidiano, de nuestras conversaciones, de nuestra familia.

Acabo de darme cuenta de que me rodea un montón de gente a la que quiero y me quieren y que no soy consciente de ello. Creo que algunas veces no les presto la atención que necesitan
ni tan siquiera me doy cuenta de su ánimo, de su preocupación, pero los siento cerca.

Acabo de darme cuenta de lo importante que es hacer ver a los demás lo que de verdad valen para tí, lo que de verdad te importan. Estamos tan ocupados trabajando, ordenando todo, caminando de un lado a otro que nos olvidamos de los pequeños detalles; perdemos ese toque de sensibilidad y de afecto que yo tanto agradezco en los demás y que no sé si soy capaz de demostrar en muchas ocasiones.

Acabo de darme cuenta de que a veces me esfuerzo por conseguir algo material pensando que así conseguiré ser un poco más feliz y acabo de darme cuenta de lo equivocada que estoy. Ultimamente solo me hacen ilusión las pequeñas cosas, los detalles sin importancia, puede que poco a poco me vaya haciendo mayor. Valoro las charlas por teléfono con los amigos, los pequeños guiños de complicidad con mi padre, las sonrisas de mi madre, las caricias y los pequeños besos de Valen, el saludo amable por la mañana, contemplar las nubes al atardecer...sólo con eso me lleno de toda la ilusión que necesito.

Acabo de darme cuenta de que ya no soy una cría a la que todo le parece lejano, que no se preocupa por las cosas y que vive soñando sin aterrizar para evitar así golpearse contra el suelo. Acabo de ver una pequeña foto mía, me la hice esta mañana y acabo de darme cuenta de que el tiempo también para mí va pasando y...acabo de darme cuenta.

martes, noviembre 14, 2006

LA ESTRELLA FUGAZ

Ayer por la noche miré desde la ventana de mi habitación como la niebla comenza a cubrirlo todo; me gusta mirar al cielo sentada en una silla, desde allí, abro la persiana y empiezo a descubrir un cielo plagado de estrellas, unas rubias, otras morenas y alguna pelirroja que brilla con más fuerza. Siempre he pensado que son todas diferentes y de colores que resplandecen y que por eso tienen ese brillo tan especial a la vista.

Ayer, busqué sin suerte una estrella fugaz; nunca había visto ninguna hasta el pasado viernes, cuando de camino a Galicia, a casa de Valen, vimos una que atravesaba el cielo a toda prisa para desaparecer frente a nuestro coche. Desde el viernes, cada noche busco otra estrella, que me haga sentir ese instante de emoción al verla en el firmamento, que deje dentro de mí ese sensación de vagar entre sueño y realidad como un sonámbulo.

Ayer busqué y no encontré nada porque un manto de niebla cubría todo cuanto mis ojos podían alcanzar a ver; ayer me dí cuenta de que tuvimos mucha suerte al verla y que pueden pasar años hasta que volvamos a encontrarnos con otra, o quizás no lo hagamos nunca.
Nuestra estrella era pelirroja, brillaba como ninguna y corría veloz por nuestro cielo; ayer me he dado cuenta de que las estrellas no puedes buscarlas, aparecen cuando no lo esperas y no tienen dueño; pertenecen a todos los que en ese momento buscan con ilusión en el firmamento, cada uno en el suyo particular.