Trébede

jueves, julio 12, 2007

EL PASO DEL TIEMPO


Hoy ha sido una mañana cargada de visitas, uno de estos días que pasa sin pena ni gloria y en los que de repente sin esperarlo alguien aparece y te hace pensar en momentos pasados.


Estaba trabajando cuando apareció una amiga de la infancia, venía por motivos de su trabajo pero aún así nos saludamos y hablamos ya que no coincidimos casi nunca. Cuando se fue no pude evitar el recordar todos los años en los que jugamos en el barrio, los baños de verano en la piscina, a su abuela enseñándonos a hacer jabón y a coser un botón para que fuéramos unas chicas "de provecho".

Recuerdo que hicimos juntas la comunión y recuerdo también que estudiamos en el mismo instituto. Al llegar a ese punto cada una escogió nuevas amistades pero no perdimos el contacto, incluso, llegamos a competir por un puesto de trabajo. Yo me quedé con el trabajo y ella me confesó que creyó ser ella la que lo conseguiría; pero bueno a veces la vida sorprende hasta al más seguro de si mismo, a mi solo me queda envidiar esa seguridad que siempre me ha faltado.


Después de un rato mi cabeza ha vuelto a su trabajo y he recibido la visita de uno de mis profesores del colegio. Era mi preferido, nos daba clase de música y a mi al contrario que al resto de la clase, me parecía la mejor asignatura y el mejor en enseñarla. Me gusta recordar como empezaba sus clases hablando de notas musicales y acababa sus charlas aconsejándonos sobre qué estudiar o como enfrentarnos a los problemas que en aquella época nos causaban risa y que luego se han ido presentando poco a poco en la vida.He comprendido que no nos enseñó solo a tocar la guitarra, no enseñó mucho más.


Y así, sin darme cuenta la mañana se ha pasado y aún no es tarde para recibir una visita...

miércoles, julio 04, 2007

DE NUEVO

De nuevo vuelvo a la vida cotidiana, al trabajo y a la sensación de vacío cuando toca madrugar. De nuevo llega el desayuno con los primeros rayos de sol y la buena cara después de la ducha, todo se repite de nuevo a pesar de ser costumbres viejas.

Otra vez estoy aquí y me siento bien, mucho mejor, parece que el descanso junto al mar amigo ha surgido el efecto esperado y todo gira otra vez mucho más rápido. Han sido días de sol y de lluvia, días de playa y paseo, noches en las que la luz de la luna se dejaba ver en un horizonte lleno de mar. Me acordaré de la imagen que veía desde mi ventana y la guardaré en un rincón para que alegre mis días de frío en el invierno.

No puedo poner ni una queja a estos días pasados que han sido buenos, no sólo por el descanso y la tranquilidad o por el cambio de aires y la alegría de descubrir nuevos lugares o compartir una sonrisa con la gente amiga. Ahora me doy cuenta de que en este tiempo he empezado a dar importancia a cosas pequeñas que antes no veía, seguro que ha sido por eso de que al relajarte dejas que todo lo que percibes te llegue más. Los días que he pasado escuchando a mi padre mientras él trabajaba y las cosas que me iba contando de todo lo que le rodea me han parecido mucho más importantes de lo que nunca fueron. Y hasta la charla tranquila con la familia bajo el cerezo me parece todo un acontecimiento. Esta vez no ha sido un gran viaje ni han pasado cosas extraordinarias, esta vez lo diferente está en mí y no en lo que me rodea.