Trébede

martes, noviembre 25, 2008

CON DECISIÓN Y VALENTÍA


Es muy habitual tener gente cercana con grandes cualidades y no darnos cuenta hasta que algo sucede y nos hace pensar en lo que de verdad hay dentro de esas personas queridas.




Mi padre siempre ha tenido una relación muy buena con sus primos, se criaron juntos y siguen manteniendo contacto y cariño a pesar de los muchos años que han pasado desde la infancia.


Tiene uno que es especial por muchos motivos, por lo menos para mi padre y para todos nosotros. "C" sufrió una enfermedad y cuando aún era un niño perdió la vista; estudió en un buen colegio interno y demostró que era una persona muy fuerte y muy inteligente superando todas las zancadillas que la vida le puso.


Conoció siendo muy joven a una chica estupenda y tan buena gente como él, se casaron y tuvieron dos hijas; con una de ellas mi relación es muy especial porque a pesar de la distancia nos queremos mucho y hemos compartido los veranos de infancia y adolescencia hasta convertirnos en grandes amigas.


Todo iba bien en su vida, matrimonio y unas hijas estudiosas y muy guapas que crecieron y ahora son unas mujeres responsables.




"C" ascendió en su puesto de trabajo con mucho esfuerzo y sacrificio y ahora ocupa un puesto de responsabilidad en una organización que todos conocemos que ayuda a invidentes y a otras personas con problemas.


Un buen día de hace unos cuatro años, llamaron a su oficina pidiendo ayuda de la organización en la que trabaja porque tenían en el hospital de su ciudad a una niña de pocos meses a la que sus padres habían decidido dar en adopción con un problema de salud grave, no podía ver.


"C" hizo todo lo posible para que esa niña recibiera la ayuda que necesitaba y al llegar a casa comentó lo sucedido con su familia.


Todos juntos decidieron después de hablarlo que ellos querían tener a esa niña en casa, ellos se harían cargo de ella y la educarían como una más.




Otra familia en su caso hubiera pensado que ya tenían suficiente con un invidente en la familia, pero ellos no, apostaron por el camino más difícil y junto con otras familias solicitaron hacerse cargo de la recién nacida.




"C" había conseguido todo en la vida, sus hijas ya mayores tenían estudios y trabajos y él se podía dedicar a disfrutar de la vida junto a su mujer pero buscó el más difícil todavía y ahora hay un nuevo miembro en nuestra familia que lleva cuatro años junto a ellos y lucha cada día por seguir ya que son muchos los problemas que van surgiendo.


Estoy segura de que recibe esa fuerza especial que te anima a superar todas las barreras tal y como ellos han demostrado.




La pequeña llegó a nuestra familia en estas fechas próximas a Navidad y cada año desde entonces me asalta el recuerdo de aquella decisión valiente y muy importante que tomó la que ahora es su familia; solo puedo decir que los admiro y lo quiero un montón.

viernes, noviembre 14, 2008

RASTRO

Ayer puse la televisión y me golpeó la imagen de una niña afgana con la cara destrozada por el ácido. Estuché atenta cómo sucedió y que todo el problema se debe a que estas niñas querían ir al colegio y en su pais eso no está bien visto ni es de ley para las mujeres.

Sentí muchas cosas, entre otras un cabreo muy grande y una impotencia total ante las injusticias que cada día vive mucha gente mientras los demás nos dedicamos a quejarnos por nuestros "problemillas" de quita y pon. Llegué a la conclusión de que nos miramos demasiado el ombligo y no reparamos en nada de lo que pasa cerca, nos da igual ver en la tele a niñas quemadas con ácido, a hombres desesperados que se queman delante de sus familias o ver los cadáveres de un montón de africanos que viven en una guerra constante y absurda.

Parece que seamos inmunes a todo; que vemos a un drogadicto en la acera de una de nuestras ciudades que se está medio muriendo, pues cruzamos la calle y listo. Y así con todo, parece que seamos de piedra ante toda la locura que tenemos cerca; cultivamos nuestra parcelita de tierra; es decir, nuestra familia y amigos y lo demás nos resbala.

Me da un poco de miedo ver en qué nos estamos convirtiendo, ahora ya nada nos da pena,nada nos importa.Somos como caracoles que van despacito siguiendo su camino y cargan con su casa y sus cosas sin preocuparse por nada más, para qué? si todo lo que necesito soy yo y lo que llevo encima. Lo peor de todo es que no vemos el rastro que dejan nuestras babas al caminar, ni tan siquiera nos importa.