Trébede

viernes, marzo 24, 2006

CON IRONÍA

Me pide el cuerpo en esta mañana de viernes, que me libere un poco. Que suelte carga y piense más en mí, que me ría un poco más de todo lo que me pasa. Así que toca ir de compras este finde aunque no tenga muchas ganas, voy a intentar comprar un poco de normalidad o de ilusión. Ojalá se vendiera en las tiendas, "Buenos días, me da una pizca de ilusion, por favor". "´Hola, un ramito de alegría para pasar la semana, gracias". O pedir también "hola, ¿tiene algo como la viagra pero sin efectos secundarios?". Bueno, bueno, los psicologos iban todos al paro, imagina "Buenas, ando buscando un poco de seguridad para enfrentarme a mi día a día".
Yo desde luego apostaba por poner una franquicia y forrarme, haciendo feliz a la gente, veo que es un buen negocio, ojalá se decidan a ponerlo en marcha. Por cierto, si alguien se anima, me avisa, que yo pongo la tienda prototipo. No me importa ser el conejillo de indias de esta locura, porque tiene el futuro asegurado. Al final me veo como Bill Gates, con un imperio como el de microsotf pero el mío dando alegrías y no quebraderos de cabeza.
Y así sin pensarlo, me dan el Principe de Asturias y con los años el Nobel de la Paz y me paso la vida dando conferencias sobre cómo dar a cada uno lo que precisa, así sólo con pedirlo. Un genio de la lámpara de andar por casa, eso sí, en esta tienda sólo se puede comprar si de verdad se necesita lo que uno va a pedir. Habrá un detector en la puerta que nos diga si lo que pedimos es algo que de verdad necesitamos, no se pude dar alegría, seguridad y tantas cosas buenas, así como así, para derrochar. Nonono, lo justo y en la proporción exacta.
Bueno hasta aquí la paranoia del viernes, no he desayunado todavía y clar, pasan estas cosas. Iré ahora mismo al bar a pedir mi dosis de "ironía" y seguir maquinando.

1 Comments:

Blogger Enrique Gallud Jardiel said...

Conozco una antigua historia india de un chico listo que ponía una tienda para vender sabiduría. Vendía consejos útiles y le iba bien; sis clientes quedaban contentos y él ganaba bastante dinero. Sin embargo, tiendas de felicidad no las hay ni las ha habido nunca, hasta que tú las has imaginado. ¡Bien hecho!
No te van a dar ninguna franquicia, por cierto.
Pero si quieres ganar el Nóbel de la Paz, eso es más fácil; sólo debes ser la persona que menos lo merezca. Mira Kissinger.

6:04 p. m.  

Publicar un comentario

<< Home