Trébede

miércoles, agosto 29, 2007

CAMBIO

Ha sido un verano atípico, sobre todo en lo que al tiempo se refiere y yo lo he sentido así, como algo extraño, corto y diferente. No hay motivos especiales para decir esto pero la realidad es que así lo siento, me parece que todo ha pasado demasiado rápido y que no me he dado cuenta de nada o casi nada de lo que tenía alrededor. Pero bueno, es así, los días comienzan a acortarse y las tardes son mucho más frescas, es inevitable que los veraneantes vuelvan a sus vidas y los que vivimos aquí, en los pueblos, continuemos con nuestra tranquilidad de siempre.

Nunca me ha gustado el final del verano, siempre me costaba volver a las clases cuando era niña y ahora me cuesta adaptarme también. No es por la gente que llena las calles en estos meses de verano, es también por el sol y la luz de esta época que poco a poco nos deja. No viviría en un eterno verano porque me encantan los ocres y la luz de un atardecer de otoño y me chiflan la nieve y el calor del fuego en invierno, pero si que me cuesta adaptarme al cambio.

Esta noche he tenido un sueño, caminaba por un pasillo lleno de puertas y no dejaba de llover sobre mí, puede que hasta dormida piense en la lluvia y en la melancolía que me hace sentir. No estoy triste, no es eso, ahora disfrutaré de mis paseos y del silencio que me rodea y que cada vez me gusta más.

9 Comments:

Blogger anacrigonzalez.blogspot.com said...

Hola Gubia, creo que la única manera de adaptarse a los cambios (de estación, de trabajo, de estado civil y/o incivil, de casa, de ciudad) es disfrutar de ellos y has escrito un montón de razones para alegrarse del "adios verano". Besos otoñales

11:11 p. m.  
Blogger J77 said...

Lo bueno del fin del verano es la seguridad de que ciertas cosas no cambian, a mi me alegra ver a todo el mundo en madrid y prepararme para el otoño que es mi estación favorita, sobre todo para pasear como dices tú.

Un beso enorme.

7:56 a. m.  
Blogger Zebedeo said...

Puff, que me vas a decir a mí de este verano atípico que al muy cabrón se le da por llover los fines de semana.
Es cierto que los que vivimos en pueblos de veraneantes a estas alturas ya estamos deseando que haya un poco menos de gente (nosotros pasamos de 3000 personas a 100.000)aunque sin llegar al vacío invernal.

La próxima vez que sueñes con que llueve sueña también con un paraguas sinooooo... :)

9:19 a. m.  
Blogger Javier Romero said...

El mundo de las sensaciones es a veces demasiado complicado de comprender, aunque sí fácil de sentir. Podemos confundir un cambio involuntario con la tristeza, al acostumbrarnos a algo y tener que darnos cuenta que cambiará, cambió o está cambiando.

Pero luego, hay que valorar bien la situación y darnos cuenta de qué es lo que tenemos en cada momento y de qué podemos disfrutar... y eso que siempre añoro el invierno.

Un beso.

12:23 p. m.  
Blogger Paula said...

A mi, sin embargo, el final del verano me gusta. La posibilidad de empezar una nueva etapa, después de un descanso, también.

Recuerdo cuando era niña. Eran las fechas que más me gustaban.

Sin embargo, entiendo tu melancolía, este año a mí también me está pasando...

un abrazo

2:03 p. m.  
Blogger Fernando said...

No nos vamos a quedar con este final...como Amaral nos quedan días de verano...sobre todo busquemos lo positivo...lo malo siempre viene por su cuenta...besos.

4:07 p. m.  
Blogger Meri said...

Piensa que si no se cierra este verano, no se podrían abrir las puertas a un nuevo verano. Y con el nuevas experiencias para tu mochila, jeje!

En definitiva, que más que sentirnos melancólicos por lo que dejamos atrás debemos tener un espíritu optimista e ilusionarnos con lo que tenemos delante de nosotros.

Un besoteeee

12:11 a. m.  
Blogger Unknown said...

A mi entre la escayola, el reposo y poco mas, se me ha pasado volando...
Besos!

1:39 a. m.  
Blogger Sonia Betancort said...

Gubia, acabo de dejar este mensaje en otro sitio, y al leerte ahora a tí, creo que viene perfecto para lo que tú dices aquí.

Unos terminando el verano.... Sí, si cierro los ojos recuerdo esa sensación, el nudo de contradicciones que se mece en la plenitud de lo que se termina. Y es que el final del verano, a pesar de ser final, es precioso. Jamás ví terminar un verano con violencia, cae el sol de septiembre como derrotado, como un limón bordado en tinta china, como "un tigre muerto". El final del verano es melancólicamente bello, derrama esa especie de "tristumbre" que tiene el color amarillo desgastado, como si se hubiera cansado de brillar. Y se aleja de mí, de tí, de lo que somos bajo el sol, mientras comenzamos a sentir el olor a plastilina de los primeros días de escuela.
Un abrazo, Gubia, desde el (casi)comienzo de mi primavera.

1:14 a. m.  

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