Trébede

jueves, septiembre 13, 2007

PRIMERO DE E.G.B.



Cada mañana cuando voy a trabajar me cruzo con un montón de críos que van al colegio, son los primeros días y más de uno va frotándose los ojos por tener que madrugar. La mayoría van contentos, corriendo y jugando mientras las madres, más rezagadas se entretienen hablando.


Hoy me he fijado en un niño, al pesar de ser un pueblo y de que se supone que todos nos conocemos aunque sea de vista, nunca lo había visto ni a la madre tampoco. En su rostro se adivina la congoja, va lloriqueando, no tendrá más de seis años y con sus pequeñas manos se aferra a su madre sin separarse. Hoy, al cruzarnos me miró durante unos segundos, yo sólo sonreí deseando en silencio que tuviera un buen día y pronto se acabaran los miedos.


Recordé aquel otoño, comenzaba primero de E.G.B. con seis años, nunca había tenido problema para ir al colegio y siempre estaba encantada. Nueva profesora y nueva clase, pero conservaba a los compañeros. El primer día todo iba bien hasta que llegada la hora de salir, nuestra profesora dijo: "No os vais a mover de aquí hasta que no acabéis la tarea" y cerró la puerta con un portazo. Para mi aquello se convirtió en algo muy muy serio y la tranquilidad se volvió miedo. A partir de ese día no quería ir al colegio, lloraba a todas horas y tenía pánico a mi profesora. Mi padre lo pasaba fatal, estaba triste y preocupada y llegó a hablar con ella, pero a mi no se me pasaba, de hecho tardé meses en ir contenta al colegio. Recuerdo el día en que uno de mis compañeros se hizo pis en clase delante de todos, muerto de miedo cuando la seño le preguntó. A mi no me llegó a pasar algo así pero si que lo pasé muy mal. Hoy lo he vuelto a recordar al ver lo ojos asustados de ese crío, aunque su historia no tenga nada que ver con la mía.


Tengo que decir que con el paso del tiempo, la relación con mi profesora cambió, fui mi tutora durante tres años y cuando se fue la despedimos con pena. Era una mujer muy exigente y con mucho carácter, ahora pienso que demasiado para dar clase a unos niños tan pequeños.


De momento solo puedo sonreír cada mañana cuando me encuentre con el niño esperando que pronto sus ojos estén llenos de alegría.

13 Comments:

Blogger Lucía said...

Buenas, yo recuerdo también una profesora demasiado dura y exigente en 3º de EGB que tocaba una campanita cuando quería que nos calláramos y al final acababa dando golpes con ella en la mesa, cosa que nos asustaba lo suficiente para que nos calláramos por fin.

Ahora seguramente la denunciarían los padres, pero la verdad es que con niños tan pequeños cuesta imponer disciplina.

11:26 a. m.  
Blogger Ana said...

En general yo siempre fuí contenta al cole; aunque recuerdo un día, en lo que de aquella llamaban maternales -antes de 1º de EGB- que mi abuelo me llevó al colegio y yo no quería soltarle la mano. Él siempre contaba que la profesora vino a buscarme y él se quedó allí mucho rato esperando, por si yo quería volver a casa...mi abuelo Felipe, me has hecho recordarlo :-) Un beso Gubia.

12:17 p. m.  
Blogger Sonia Betancort said...

Gracias, Gubia. Ojalá que ese niño pueda intercambiar el recuerdo del miedo por un electrificante y musical olor a plastilina. Un abrazo

2:14 p. m.  
Blogger Javier Romero said...

Mmmmm... a ver qué recuerdo de aquella época. Con cariño desde lejos, pero en muchos momentos no me sentí demasiado bien.

Todo dependía de las personas que me rodeaban en clase. A algunos no los podía ni ver y con otros me llevaba genial, supongo que como todo el mundo. Eso sí, las clases de plástica y trabajos manuales... fatal.

Besos

3:45 p. m.  
Blogger Meri said...

Considero imprescindible el papel de los profesores en la educación de los niños.

Teniendo en cuenta que en esa edad aparte de con los padres, son las personas con las que mas tiempo pasan los niños pues es muy muy importante que los profesores sean sobre todo profesionales y tengan vocación. Que sean cariñosos con los niños y pacientes para comprender sus locuras a veces..

Un profesor de niños tan pequeños con un mal caracter o demasiado recto les puede marcar y dejar incluso algún trauma o miedo que les acompañara durante bastante tiempo.

Un besote Gubia!!

4:16 p. m.  
Blogger Unknown said...

Yo creo recordar que no lloré.... es mas era una niña más bien fuerte.
Eso si, el colegio para las monjas, que a mi no me gustaba nada nada ....:s
besos!

4:51 p. m.  
Blogger J77 said...

Pufff yo no me acuerdo de nada de eso, solo de cosas vagas como estar pintando y poco más.

Bss.

7:57 a. m.  
Blogger Fernando said...

yo soy bastante critico con todo esto...no contigo y tus encantadores recuerdos pero sí con la super protección que se les da a los niños, aparte de darles todo lo que quieren nada más que sus padres pueden...llegan a la universidad y tiene que ir su madre apreparar los papeles...creo que estamos creando un futuro de algodones que luego es falso...besos.

10:27 a. m.  
Blogger Elena Casero said...

Yo tengo recuerdos ya lejanos de aquellos años de estudio. Tengo más próximos los de mis hijas. Los cambios de colegio, los nuevos profesores, el miedo a ir a clase ...
Creo que antes teníamos otros métodos. supongo que eran más exigentes pero ahora son más blandos o los chavales, por aquello de evitarles traumas, se comportan como salvajes.

11:10 a. m.  
Blogger Desesperada said...

yo lloré tantísimo mi primer día de cole... y luego, sin embargo, fui enormemente feliz.,

12:30 p. m.  
Blogger Eryx Bronte said...

Guardar los recuerdos buenos y malos, todos hacen al final un buen libro de nuestra vida. Besos.

12:12 p. m.  
Blogger El detective amaestrado said...

Yo soy maestro. No sé si alguna vez te lo dije

12:01 a. m.  
Blogger Almatina said...

Los monitores, profesores y demás dirijen nuestras vidas por un tiempo, es cuestión de suerte lo que te puedas encontrar, pero sólo el final del verano y el temido encuentro de la autoridad, nos pone en nuestro "sitio" figurado, encontrando en el olor de la cotidianeidad la tranquilidad del espíritu sosegado que tiene miedo a lo que no está reglado.
Y depende del carácter de cada uno si entiende, antes o depués, que es mejor ver el lado más positivo de cada nueva situación.
El futuro siempre está a la espalda, porque no lo vemos, caminamos al revés, contra la marcha (como decían los incas) y tenemos la referencia de lo que YA sabemos porque lo hemos hecho antes, pero no es mejor ni peor.
Saludos!

12:35 p. m.  

Publicar un comentario

<< Home