Trébede

domingo, mayo 21, 2006

AMAPOLAS

Estos dos últimos días, no sé si por casualidad, he pasado varias veces por el mismo campo de amapolas. Hoy, al atardecer, me he detenido junto al camino, al borde del campo.
Miraba las amapolas moverse suavemente inclinadas por el viento y sentía la necesidad de entrar y sentarme. Acostarme en ese manto de verde y rojo y dormir durante toda la tarde.
Al final no me atreví, pensé en lo que podría pensar cualquiera que pasara por allí y pudo más la vergüenza que las ganas.
Me quedé de pie, observando el vaivén de las amapolas y cuando me dí cuenta ya anochecía. Que bonito puede ser algo tan sencillo, ¿verdad?.
He vuelto a casa y por el camino de regreso venía sonriendo. Me siento como una de ellas, contenta y con ganas de seguir dando vida y alegría a mi pequeña parcela de tierra y campo.

2 Comments:

Blogger Ana said...

¿Has escuchado alguna vez el sonido del viento bailando con las amapolas y las espigas? se oye el mar.

12:06 a. m.  
Blogger Javier López Clemente said...

Yo también vi un campo de amapolas la semana pasada:
http://la-mirada.blogspot.com/2006/05/amapolas-en-ciruga_22.html

12:14 a. m.  

Publicar un comentario

<< Home