Trébede

viernes, julio 14, 2006

MIENTRAS ANOCHECE

El atardecer, esa es la hora mágica para casi todo; el cuerpo se relaja después del trabajo y necesita que lo cuides, que animes el ritmo sin que él se de cuenta, despacio; muy suave para aguantar hasta la hora de la cena cuando de verdad nos relajamos.
Para mi, siempre ha sido una buena hora, el momento en el que el día se pierde en el horizonte y tú sientes la necesidad de continuar, de encarar la entrada de la noche con nuevas fuerzas.

Cuando el sol comienza a esconderse, es entonces cuando salimos a caminar, cambiamos la rutina de la cañitas pre-cena por un buen rato de paseo. Hemos ganado con el cambio; por lo menos a mi me lo parece.

Nos dejamos arrastrar por la llamada del Canal de Castilla y así, a su orilla caminamos, hablamos, reimos y recibimos el avituallamiento de besos que nos corresponde a cada uno. Nos rodea el agua, el verdor de la orilla y el amarillo intenso de la tierra de campos que nos abraza.

He cambiado de camino, sé que las piedras de mi camino amigo me echan de menos , no las oigo susurrar mi nombre, pero están ahí esperando a que cualquier día vuelvan mis huellas a su tierra, volveré y esta vez hablaremos y reiremos juntas. El reloj blando que me acompaña marca el compás de nuestros pasos a buen ritmo, como una canción que se repite en el aire acunada por el batir de las ramas de los árboles.

La Presa del Rey espera nuestro regreso al anochecer, sentados en un viejo banco de madera nos regalamos sonrisas, alguna caricia y contemplamos la luz de una tormenta de verano que brilla a lo lejos

2 Comments:

Blogger Javier López Clemente said...

Las viejas piedras de tu puente están contentas porque te sienten feliz. Ellas me lo dijeron.

1:05 p. m.  
Blogger Eva said...

Esas viejas piedras te prepararon para loq ue ahora vives... Disfrútalo!

Besos

12:53 p. m.  

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