Trébede

viernes, febrero 27, 2009

EL GRITO


La primera vez que escuché sus gritos fue hace un par de meses; salía de casa de Valen, el reloj marcaba las once y el silencio de la noche lo envolvía todo. Caminaba despacio cuando unos gritos me sobresaltaron.


Venían de la pequeña casa que hay al final de la calle, no me detuve, seguí caminando mientras escuchaba sus gritos:


- "Calla, calla". Gritaba él.

- Ahhhhh, respondía ella con un sonido que me hizo estremecer. Era el grito de una bruja; algo desgarrador y que me dio miedo.

- " Calla, que dios me perdone, pero calla"


Seguí mi camino hasta el coche sin poder quitarme de la cabeza aquellos gritos que me estremecían y me entristecían.


En esa casa viven dos ancianos, son hermanos y están enfermos; él casi no puede moverse y ella ha perdido totalmente la razón. Viven solos y por la desesperación de sus gritos y su discusión pensé que a pesar de la tristeza que pueda producir una residencia de ancianos a ellos les haría mucho bien. La soledad y el abandono, a ciertas edades solo nos conducen a la locura.


Al día siguiente comenté en casa lo que había escuchado y la pena que me dio.

Pasaron dos semanas y se volvió a repetir la escena, siempre a la misma hora y con la noche como testigo de sus gritos.


El fin de semana pasado fuimos a Galicia, y al volver encontré en la puerta de su casa la esquela en la que se anunciaba la muerte del anciano. Lo único que pude pensar es que sus gritos traspasaban las paredes de su casa como pidiendo ayuda y nadie los escuchó o si lo hicieron como yo, no supieron entenderlo.

martes, febrero 17, 2009

SOLETE

El sol ha vuelto a brillar y el calor se empieza a sentir en la piel, estoy contenta con estos días de tregua y el fin de semana ha sido especial solo por eso, porque el sol nos ha acompañado y las cosas se ven mucho mejor cuando hay luz a tu alrededor.

He vuelto a pasear junto al río y me he sorprendido de lo bonito que está todo, han limpiado las orillas y el agua corre a su gusto sin detenerse apresado por un montón de matorrales que antes daban un aspecto de abandono que no me gustaba nada.

El domingo nos levantamos con ánimo para ir a caminar y disfrutamos de esta primavera anticipada que mucho me temo no nos durará demasiado, en fin, es una pena porque a mi se me nota en la cara. Ya tengo ganas de que los días sean largos para salir del trabajo y tener unas horitas de luz. El invierno ha sido duro y aún nos queda mucho frío que pasar, pero se agradece un poco de calor y el poder salir de casa sin la bufanda, los guantes, el abrigo de esquimal y el paraguas...necesitamos un carrito para llevar todo el equipo.

Solo me queda agradecer al solete que se pase por aquí para levantarme el ánimo...

martes, febrero 03, 2009

MAÑANA DEL MARTES

Esta mañana me ha tocado madrugar porque media empresa está enferma y claro, hay que ser buena gente y venir a las ocho de la manaña. Me mentalicé ayer y hoy me he levantado de buen humor a pesar de que el calorcito que había en la cama me decía "duerme...duerme otro rato".

Llego al trabajo y me encuentro que ninguno de los ordenadores funciona, no hay forma de hacer que se pongan en "on" y sin ellos no puedo trabajar, ni atender a la gente, ni cobrar y ni tan siquiera dar un sólo precio porque todo está dentro de su cabeza de cables y chatarra. Respiro,cuento hasta diez y me dan ganas de llamar al informático y decirle que estoy harta de sus ordenadores y de los problemas que dan cada dos por tres, a pesar de ser todos nuevos.

Empiezo a investigar y llego a la conclusión de que el problema es eléctrico, o eso me parece,así que manos a la obra como si fuera Pepe Gotera, me he puesto a enchufar y desenchufar con regletas de enchufes, cables y demás artilugios hasta que he resucitado a dos equipos de los cinco que tenemos.
Los otros dos deben de estar enfermos pero en fase terminal porque no despiertan y llevo dos horas de cuidados intensivos. En fin, tendré que conformarme con estos dos equipos y llamar a mi querido amigo el "informático" para que solucione el tema, mas que nada, porque he arreglado los dos equipos que están más lejos de mi puesto de trabajo y ando como una moto atendiendo a la gente a distancia.

Cualquier otro día a estas horas no venía nadie, hoy parece esto la verbena de la paloma y en vez de ser cinco trabajando, estamos dos porque el resto, pobrecillos, están peleando contra los virus.


En la calle empieza a caer la nieve, hace frío y mi estómago empieza a pedirme un café calentito para no entrar en huelga como casi todo lo que tengo hoy cerca y el reloj solo marca las diez...